HONRAR A DIOS EN TU CORAZON Y PENSAMIENTO
Hemos venido viendo las diversas formas en que podemos y debemos rendirle honor a Dios. Ya vimos lo que implica rendirle honor a Dios con nuestras palabras. Pero a más de eso, lo anterior no tendría peso ni esencia, si no honramos a Dios en lo muy profundo de nuestro ser. Es decir, en pensamiento y corazón; en sinceridad e integridad; limpia, transparente y genuinamente.
Para empezar, lo que hay en lo profundo de nuestra mente, corazón, alma y espíritu es algo que solo Dios conoce y puede ver. Más nadie puede entrar en nuestra intimidad personal. Por eso, es una realidad que las personas a nuestro alrededor nos juzguen por nuestras palabras y por nuestras acciones; ya que, obviamente, es todo lo que pueden ver y es lo único que se revela ante los ojos de ellos. No en vano dijo el Señor Jesús que la manera en que conoceríamos a las personas es por sus acciones, por lo que hacen.
Para empezar, lo que hay en lo profundo de nuestra mente, corazón, alma y espíritu es algo que solo Dios conoce y puede ver. Más nadie puede entrar en nuestra intimidad personal. Por eso, es una realidad que las personas a nuestro alrededor nos juzguen por nuestras palabras y por nuestras acciones; ya que, obviamente, es todo lo que pueden ver y es lo único que se revela ante los ojos de ellos. No en vano dijo el Señor Jesús que la manera en que conoceríamos a las personas es por sus acciones, por lo que hacen.
Pero debemos tener presente que ante Dios, nuestra vida es transparente, es como un libro abierto. Por eso, aunque nadie pueda saber lo que estemos pensando o los sentimientos que albergamos en nuestro corazón, recordemos que no hay nada que se oculte ante los ojos de Dios y que él escudriña aún lo más recóndito de nosotros.
Por eso es que Dios sabe y se da cuenta si con nuestra mente y nuestro corazón realmente le estamos honrando; o si en realidad, estamos haciendo todo lo contrario.