Para algunos, es difícil compartir el tema de los principios de diezmar y ofrendar. Pero este tema es muy necesario para el desarrollo espiritual, emocional y financiero del creyente. Debemos diezmar y ofrendar sabiendo por qué lo hacemos, y las cosas que debemos esperar que ocurran en nuestras vidas.
Diezmar y ofrendar son actos de adoración a Dios, en los que ocurren grandes cosas. Al cumplir con estos principios, revelas tu corazón, y te pones en posición para recibir las bendiciones correspondientes a tu obediencia en estas áreas.
Todo el universo opera basado en ciclos. Las mujeres tienen su ciclo mensual, la lluvia pasa por un ciclo; Dios creó el mundo basado en ciclos para asegurar su continuidad. Cuando uno de esos ciclos se desequilibra, se crean grandes conflictos.
Cuando diezmas y ofrendas entras en el ciclo de libertad financiera que Dios intencionó para ti. Diezmas de lo que recibes de parte de Dios. Pero si recibes, y no diezmas, te sales de ese ciclo.
La razón principal de diezmar y ofrendar no es darle dinero a los ministerios para que continúen funcionando; ese es el resultado. Cuando pensamos que esta es la razón principal, perdemos de vista lo que Dios quiere hacer en la vida de la persona que está diezmando. Si crees que la razón de ser de tus diezmos y ofrendas es que el ministerio continúe, al realizarse la continuidad del ministerio, se acabarían los beneficios de estos principios en tu vida.
La razón principal de que tú diezmes y ofrendes es que participes activamente del ciclo de bendiciones divinas que Dios ha establecido para la vida de un creyente. Y cuando adoptas esta consciencia, tu vida cambia.
Hay cuatro cosas en tu interior que son manifestadas cuando aprendes a diezmar y ofrendar.
En primer lugar, el diezmo es una muestra de agradecimiento a Dios. Es un acto voluntario provocado por el agradecimiento de victorias pasadas. La primera vez que vemos el diezmo en la palabra es en Génesis capítulo 14. Nadie obliga a Abraham a diezmar. Y su vida es cambiada por el principio del diezmo.
Cuando diezmas reconoces que has sido bendecido, más allá de lo que mereces, y que Dios es el autor de tu bendición.
En segundo lugar, el acto de diezmar es un acto de fe. Cuando Abraham diezmó demuestra implícitamente que tiene la certeza de que Dios le va a bendecir en el futuro. La persona que retiene el diezmo es porque piensa que es lo único que tiene, que es lo único que Dios le va a dar.
Mucha gente dice confiar en Dios para un futuro grande, pero no son capaces de confiarle el diez porciento de tus pasadas victorias.
En tercer lugar, cuando diezmas demuestras que tienes plena confianza en las promesas de Dios. La segunda ocasión en que se menciona el diezmo en la biblia fue cuando Jacob hizo voto a Dios de separar el diezmo de todo lo que Dios le entregara. Jacob está reaccionando, no a pasadas victorias, sino a la promesa de Dios de futuras victorias.
En cuarto lugar, el diezmar es un acto de aceptación de la gracia divina. Jacob estaba perdido, huyendo, sin dinero, corriendo, y ese día Dios se le apareció, y le dijo que lo bendeciría, que lo prosperaría. Y, a pesar de su condición, Jacob decidió que su reacción sería diezmar, porque reconocía que era lo menos que podía hacer ya que, dada su condición, no merecía nada de lo que Dios haría por él.
Tu acto de diezmar dice que aceptas lo que Dios está haciendo por ti, aunque no lo merezcas.